Estoy cansado - EnBici - Blog de ciclismo

Estoy tan cansado que me pesan hasta las cejas… Seguramente muchos habéis tenido esa sensación de eterno cansancio. En ocasiones el cansancio se debe la momento de entrenamiento de la temporada. Incluso al sobreentrenamiento que en ocasiones llevamos encima. No nos referimos a esos momentos puntuales de fatiga que encima de la bici son normales. Son periodos más largos y continuados de cansancio físico e incluso mental. Esos momentos en los que todos pensamos inmediatamente en hacernos un análisis de sangre. O directamente nos «recetamos» complementos vitamínicos o hierro. Vamos a ver que sí es necesario hacerse análisis y más necesario que los resultados se lean con perspectiva. son los resultados de un deportista…

Motivos para estar cansado

No nos engañemos la vida moderna nos da un millón de motivos para estar cansados, es así. Nuestras ajetreadas vidas contribuyen al cansancio casi crónico. Vamos a ver algunas de esas cosas que «ayudan» a que estemos cansados o al menos tengamos casi siempre esa sensación. Ojo no siempre el motivo de ese cansancio va a ser resultado de la vida moderna. No, en ocasiones hay alguna razón de salud y por eso las analíticas y consultar con profesionales es más que necesario.

Saltarse los entrenamientos…

Esto os puede descolocar pero cuando nos sentimos cansados saltarse los entrenos no es siempre buena idea. Esa sensación de cansancio devenida nos lleva a pensar que si seguimos la rutina de ejercicio perderemos con ello las pocas energías que tenemos. Craso error, las rutinas de ejercicio frecuente aumentan siempre la fuerza y nuestra resistencia. Podríamos pensar que estas rutinas nos descargan de energía y es todo lo contrario nos recargan de energía. No te saltes los entrenamientos no te va a quitar el cansancio…

Tener carencias…

Nuestro estilo de vida en ocasiones nos impide hacer cosas que son beneficiosas. Como la de hidratarse con regularidad, el día a día en el trabajo puede impedir que bebamos con frecuencia. Nos referimos claro está al agua. Incluso hay trabajos que por circunstancias nos llevan a consumir por ejemplo más cantidad de café, y el agua queda en el olvido. La deshidratación puede reducir nuestro volumen de sangre y eso influye en la sensación de cansancio. Otra carencia que afecta a la sensación de debilidad o cansancio es la del hierro. No ingerir las cantidades necesarias de hierro nos produce sensación de flojera. Cuando no se convierte ya en un problema de salud.

Malos hábitos de trabajo…

Sí trabajar no es una maravilla, no nos engañemos ni trabajar en lo que nos gusta le quita su dureza. Trabajar es duro por eso está pagado. Si además de su dureza nosotros cogemos hábitos que le aumentan la misma menudo cóctel explosivo. Malos hábitos de trabajo que causan estrés y con ello sensación de cansancio y debilidad hay muchos. Vamos a ver si tienes algunos de ellos. Se ha terminado el verano, ¿has seguido trabajando en tus vacaciones? No saber desconectar del trabajo para saltar a la vida ociosa es uno de los peores hábitos posibles. Si no puedes desconectar en vacaciones ya ni hablemos de los fines de semana. Tu motor está arrancado siete días a la semana y veinticuatro horas al día. Carne de cañón amigo mío…

Te vas a la cama tras un día agotador y antes de cerrar los ojos coges el móvil y revisas el correo electrónico… ¿Estamos locos? ¿Qué vas a arreglar entre sueños? La lectura el email del trabajo antes de dormir solo te lleva a dormir mal y descansar peor. Prolongar la jornada laboral más allá de lo normal, no saber decir que no incluso a cuestiones que se escapan a tu responsabilidad. Ser extremadamente perfeccionista incluso con tareas menores. son hábitos que hacen del trabajo algo aún más fatigoso de lo que es por si. En ocasiones necesitamos de alguien que nos haga ver que estamos cayendo en ellos.

La analítica de un deportista

Los valores de la analítica de un deportista no son parecidos a los de una persona de vida sedentaria. Es más incluso cada persona tiene unas peculiaridades en esos valores. Por eso la realización de análisis rutinarios y periódicos nos ayuda a conocer nuestro organismo. Uno de los valores que más llaman la atención en la analítica es el del hematocrito. Se trata del volumen de glóbulos en relación con la sangre. Este valor puede señalar la existencia de anemia y otros trastornos de la sangre. Pero es habitual entre los deportistas que ese valor sea bajo, incluso llegando a rozar los valores mínimos aconsejables. Por eso no se debe valorar por separado hay que fijarse en otros valores, el hierro, la ferritina, entre otros.

Existe entre la gente que hace ejercicio aeróbico de forma continua lo que se llama «falsa anemia» del deportista. Nuestro organismo reacciona al ejercicio continuo, se adapta a él, y una consecuencia es que aumenta el plasma. Esto es la parte líquida de nuestra sangre, aumenta el volumen de sangre y los glóbulos se mantienen en el mismo nivel. Como el hematocrito lo marca la relación entre ambos irá claramente a la baja. Esa proporción menor es en realidad solo aparente porque existe aumento del volumen de sangre.

Mucho más preocupante o importante que el hematocrito es el valor del hierro. Estamos ante uno de los componentes esenciales de la hemoglobina. La hemoglobina es el transporte usado para llevar el oxígeno a los músculos. Nuestro cuerpo tiene reservas de hierro, estas reservas son las que empiezan a usarse cuando la ingesta de hierro es menor que la pérdida de éste. Esas reservas de hierro se miden en la ferritina. Estas reservas se hallan en hígado, médula ósea y en el bazo. Un descenso de ferritina nos avisa de problemas.

El riesgo de la auto-medicación

Cuando usamos suplementos que nos dan grandes cantidades de hierro sin necesidad estamos haciendo algo que no es sano. En dosis elevadas el hierro que sobra se sigue almacenando, esto puede llegar a provocar una enfermedad que se llama hemocromatosis. Esta dolencia puede ser desencadenante de otras enfermedades. Desde dolencias cardíacas a óseas. Diabetes o cirrosis. Esto es motivo más que suficiente para no medicarnos sin el concurso de un profesional de la salud.

¿Qué ocurre si tenemos las reservas de hierro al mínimo? Pues lo primero es que baja la producción de glóbulos rojos. La primera consecuencia de esta escasez va a ser el cansancio y una bajada de nuestro rendimiento. Los síntomas se notan en nuestro ejercicio continuos, quizás aún en el día a día no notes mucho ese cansancio. El siguiente paso será la bajada de los valores de hematocrito y hemoglobina. Estamos ya en una situación muy clara de anemia y en descenso claro de glóbulos rojos. Ante este escenario la médula ósea intenta paliar la falta de hierro. ¿Cómo lo hace? Pues creando glóbulos rojos más pequeños de lo normal. Esto se ve en otro valor de los análisis, el volumen corpuscular medio. Ese valor bajo es indicador de anemia ferropénica.

Síntomas de la anemia

Hay muchos síntomas que juntos nos pueden indicar que estamos pasando por una anemia. Hormigueos en los dedos de pies y/o manos. Nuestro ritmo cardíaco se acelera. Tenemos sensación de fatiga o debilidad, respiramos con dificultad. Nuestro tono de piel se puede tornar más pálido. Las mujeres pueden ver como sus ciclos menstruales se ven afectados, aumenta la irregularidad de los mismos. Mareos o vértigos, y cicatrización lenta de las heridas.

La pregunta fundamental es cómo prevenir la anemia, si es que se puede prevenir claro. Pues volvemos al mantra infinito de la alimentación equilibrada. El hierro lo podemos encontrar en muchos alimentos no solo vegetales también animales. Es el que se encuentra en estos últimos el que mejor se absorbe. Por ejemplo en el hígado, de pollo o ternera. En general la carne de ternera y algunos mariscos. Berberechos, mejillones, y ostras. Por contra el hierro que contienen los vegetales se absorbe peor por nuestro organismo. Lo encontramos en cereales integrales, frutos secos, legumbres y verduras.

No obstante no se puede elegir una sola fuente de ingesta de hierro. Para la fijación del hierro en nuestro organismo necesitamos del ácido fólico. Y éste se encuentra en abundancia en los vegetales. De ahí que una dieta equilibrada deba tener alimentos vegetales y animales. En verano debemos tener más control pues las perdidas de hierro vía sudorización pueden ser mayores.

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