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Qué nuestro cuerpo es sabio no hay ninguna duda. Y si tienes alguna duda aquí estamos tus amigos de EnBici para resolverla. El organismo tiene mecanismos que nos envían señales cuando algo no va todo lo bien que debería. Ahora bien, ¿somos capaces de entender esas señales? Cuando sufrimos de sobreentrenamiento nuestro cuerpo nos manda una serie de señales. Es una cuestión nuestra entenderlas y atenderlas, que es aún más importante. Es habitual que ante un «mal día», de esos en los que pasamos más fatiguilla de lo normal, ya pensamos en falta de entrenamiento. Deberíamos hacer más series o más kilómetros…
Si el problema no es la calidad y cantidad del entrenamiento
Como decíamos es sencillo caer en la suposición de que nos falta o no es de calidad el entrenamiento. Es fácil confundirse porque los síntomas en general suelen ser similares. Lo primero de todo hemos de tener claro que los malos días son el pan nuestro de cada día. Es siempre problema del entrenamiento, no en absoluto. El organismo es sabio y al tiempo caprichoso. En ocasiones está a tope y más allá sin razón aparente, y otras no puedes con las zapatillas. Cuando nos ocurre lo primero simplemente disfrutamos del momento. No se nos ocurre investigar ni darle vueltas a la «proeza» que acabamos de realizar. Con los días malos tampoco deberíamos obsesionarnos.
Avisos del sobreentrenamiento
Como ahora nos ocupa el tema del sobreentrenamiento vamos a los avisos que nos puede dar el cuerpo sobre el mismo. Nuestro cuerpo dispone de dos sistemas nerviosos. El somático y el vegetativo. Las señales del sobreentrenamiento nos la envía el segundo, el sistema vegetativo. Este sistema llamado también sistema nervioso autónomo, recibe información de las vísceras, y actúa sobre vasos sanguíneos, glándulas y músculos. A su vez este sistema se sub-divide en otros tres:
- el sistema simpático,
- sistema parasimpático, y
- el sistema nervioso entérico.
A nosotros nos interesan los dos primeros para este asunto. Podríamos decir que ambos son en cierto modo antagonistas. El sistema simpático pone todos nuestros mecanismos en marcha, a tope para ponerse a rendir al 100%. Activa el sistema hormonal, acelera el corazón y sube las pulsaciones. El parasimpático es el que le intenta parar los pies, frenando esos mecanismos que aceleran nuestras funciones. Estos sistemas se usan en la vida cotidiana todo el tiempo, no son exclusivos de momentos de gran exigencia física. Por ejemplo cuando sufrimos una situación de estrés el sistema simpático está a tope. Después de comer es el parasimpático el que actúa, y nos baja todas las funciones tanto que nos entran ganas de dormir. Luego cada persona según su constitución puede tener un sistema vegetativo equilibrado, o predominio del simpático o del parasimpático.
Las señales del sobreentrenamiento
Dependiendo de cuál de los dos sistemas predominen en nuestra constitución las señales serán unas u otras. Así las cosas las personas con un sistema simpático predominante tienen mayor tendencia a sudar y a tener palpitaciones. Los que son sometidos por su parasimpático son gente que destila calma y sosiego. Algo que enerva y saca de quicio a los del simpático… Ser de uno u otro, de papa o de mama, de tortilla con o sin cebolla, marca las señales que envía nuestro cuerpo.
Así las personas con un sistema simpático dominante, cuando están sobreentrenadas tienen las pulsaciones en reposo más altas. Su presión arterial es mayor. Pierden el apetito, y al tiempo consumirán más calorías basales. Esto implica una pérdida de peso importante. Esto influye en su carácter, volviéndose más irritables y auténticas montañas rusas emocionales. Y como todo está relacionado no serán capaces de descansar, no dormirán bien y el resto de síntomas se irán agudizando…
Qué señales recibe una persona con un sistema parasimpático dominante, el cansancio por ejemplo. Se cansarán enseguida por cosas que antes no significaban ese desgaste. En reposo las pulsaciones serán más bajas. Tras los entrenamientos recuperan el pulso con mucha rapidez. Tendrán una tensión arterial menor y todo ello influirá en un menor rendimiento.
Cómo leer correctamente las señales
Antes de ir al tema, estaremos de acuerdo en que es muy importante conocer nuestro cuerpo. Conocer las pulsaciones en reposo y la tensión arterial. También cómo varían esos datos en el esfuerzo o tras el mismo. Necesitamos saber los valores «normales» para poder contrastar las posibles alteraciones y encontrar el porqué de las mismas. Dicho esto, tener alguno de estos síntomas no significa necesariamente estar padeciendo el sobreentrenamiento. Son indicios que debemos contrastar, si al tiempo crees que se te puede haber ido la mano con el entreno, es el momento de leer esas señales.
Para ello será necesaria una analítica completa. Visita al médico de familia y solicita esos análisis, cuéntale lo qué te ocurre. Los resultados de esas pruebas son claves para concluir que se está sobreentrenado. Unos niveles altos de urea en sangre, nos indican la descomposición de proteínas, o la aparición de una anemia. La velocidad de sedimentación y los valores de algunas enzimas indican daños musculares. Nuestro sistema inmunológico estará de capa caída y seremos pasto seguro de infecciones.
Ya está claro, como arreglo los efectos del sobreentreno
Pues la clave está en una palabra que en ocasiones aterra a los deportistas, el descanso. Dependiendo de hasta dónde hayan llegado los efectos adversos de no llevar un entrenamiento ordenado, el descanso puede tener que ser total. Si lo hemos detectado a tiempo y los efectos no son claramente nefastos, podremos combinar fases del reposo con un descanso activo. Hemos de tener claro que en ocasiones las causas de nuestro estado físico no tienen porque estar relacionadas con el entrenamiento. Por eso es necesario el concurso del médico para aclarar las causas y poner remedio a los efectos.
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