Principios básicos del entrenamiento

Para progresar como deportistas sin duda lo mejor es seguir un plan de entrenamiento. Un plan de entrenamiento que nos hará mejorar nuestros puntos débiles. Ese plan de entrenamiento deberá corregir todos los errores que cometemos al entrenar. Sin ninguna duda una ejecución correcta del entrenamiento nos hará aprovechar mejor y más eficazmente nuestros recursos físicos. Con los resultados obtenidos podremos adaptar la actividad y los objetivos futuros. Pero no vale cualquier entrenamiento. Debemos tener un entrenamiento adecuado a nosotros, y que cumpla los principios básicos del entrenamiento.

Principios básicos del entrenamiento

Podríamos decir que los principios básicos de un entrenamiento son las herramientas que indican qué estímulos son los adecuados. Así sabremos cuando aplicarlos y la forma correcta de aplicarlos. Con el objetivo de que el deportista progrese adecuadamente. De tal forma que se progrese hasta su máximo rendimiento. Los entrenadores no paran nunca de probar nuevas técnicas y sistemas. En busca del que mejor se adapte a sus pupilos. Esta labor es más que necesaria, es imprescindible. Pero por si mismas no estructuran ni organizan el entrenamiento. Es preciso contar con otras herramientas más generalistas para que el entreno tenga sentido.

Esas herramientas «básicas» serían los criterios generales de entrenamiento. Las que ayudan al entrenador a planificar, ajustar y aplicar las diferentes cargas de entrenamiento y en cada etapa del mismo. Adaptados siempre a la realidad del entrenado, para que sean, además de coherentes, efectivas. Estas herramientas o normas no son exactas, pero bien usadas con criterio permiten sacar lo mejor de cada entrenado. El listado de esas herramientas o principios es muy extenso. Nosotros vamos a reparar en unos pocos de ellos.

El principio de individualización

Este principio lo que viene a apuntar es que no vale el mismo método para todos. Es irreal que así fuera, cada persona y sus circunstancias son un mundo. El caso de los deportistas no es diferente. Y si los deportistas son aficionados esa situación se multiplica. El contexto de cada cual es muy diferente. Por eso hay que sumar el entrenamiento a otros factores. Como la familia, el trabajo y/o estudio. Cada ciclista debe tener su plan de entrenamiento individualizado. Ese entreno que podrá sacar de ti el máximo rendimiento. Los entrenamientos se deben poder acoplar a nuestra realidad. Esa que nos marca los horarios, nuestra edad, incluso nuestro sexo, etc…

El principio de unidad funcional

Nuestro organismo es como un mecano. Cada pieza está conectada con la siguiente, y así desde la cabeza a la punta de los dedos de los pies. Cuando aplicamos estímulos al organismo este funciona en conjunto. Ante los diferentes esfuerzos nuestro sistema nervioso manda las indicaciones necesarias a cada músculo. Indicando en esas instrucciones la intensidad o fuerza que se le requiere. Pero no vasta con que el sistema nervioso mande las ordenes, necesitamos que a esos músculos lleguen el oxigeno y los nutrientes necesarios para que funcionen correctamente. Bien en cada función serán diversos los sistemas implicados. Sin olvidar el concurso de nuestro estado emocional. Cuando estamos felices y centrados todo funciona mejor. En situaciones de estrés o bajona emocional, el caos está servido.

El principio de progresión

Es un principio más que evidente el sentido de todo el entrenamiento es progresar, sí o sí. Pero siempre con criterios razonables y razonados. Hay que aumentar de de forma progresiva la cantidad de kilómetros, y la intensidad de los mismos. Sin descuidar el momento de la temporada. Pues en ocasiones hay que dar preferencia a la intensidad por encima de la cantidad, y viceversa.

El principio de continuidad

Este principio conecta y mucho con lo que hablamos en la entrada de la supercompensación. Viene a decirnos que hay que entender cuál es el momento para aplicar estímulos, de tal forma que no perdamos los beneficios que un descanso conveniente nos pueden facilitar. Si juntamos los esfuerzos en un mismo plano temporal sin casi distancia, no podremos recuperar eficazmente. Será más que fácil que caigamos en el defecto del sobre-entrenamiento. Pero este principio también funciona a la inversa, si dejamos pasar mucho tiempo entre entrenos de calidad, perdemos los efectos de la supercompensación. La formula para crecer deportivamente es dar al entrenamiento la continuidad adecuada.

El principio de periodización

Mucho que ver con el anterior principio y entre ambos como en una vía de doble dirección. Los planes de entrenamiento deben contar con que nuestra forma no es algo lineal, y que el crecimiento deportivo no es ilimitado. El crecimiento es siempre limitado, por eso el plan se debe dividir en fases o estaciones. Lo habitual es un plan con tres fases diferenciadas. La primera de adquisición de la forma optima. Una segunda que nos va a ayudar a mantener en el tiempo esa forma optima. Y la tercera fase será una en la que empezaremos a perder parte de esa forma.

El principio de generalidad

Este principio nos dice que el entrenamiento ha de ser generalista, que trabajemos todas nuestras potencialidades físicas. Es decir hay que entrenar la flexibilidad, la fuerza, la velocidad y la resistencia. Esto nos ayuda a evitar la descompensación del entrenamiento, todos los grupos musculares y nuestros órganos estarán armonizados. Esto ayuda a evitar lesiones que truncan toda la preparación de una temporada.

El principio de especialización

Por supuesto que hay lugar para la especialidad de cada deportista. Llegará un momento marcado en ese plan de entrenamiento en el que se primará nuestra especialidad. Las pruebas que vamos a disputar nos marcan cómo debemos entrenar algunas cualidades. Dependiendo si los objetivos son cicloturistas con muchos puertos y una gran distancia. O si son pruebas por etapas de BTT. Sin descuidar el anterior principio, llegará el momento en el que prioricemos el entreno de nuestra especialidad. Para afrontar los retos deportivos en la mejor forma posible.

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